sábado, 31 de mayo de 2008

Malditos Fanáticos

Hoy estaba yo muy tranquilo pretendiendo que trabajaba cuando llegó un par de señoras, clientes potenciales pensé yo, pero grande fue mi sorpresa cuando me salieron con la mierda de: ¿Has oído hablar de la revista "Despertad"? Yo contesté con un obvio noooo... Y la más ruca (la otra nada más no habló supongo que apenas la estaban instruyendo en el arte de chingar a gente que no conoces en base a tus estúpidas creencias de ultra-mundo) empezó a decir que era una revista con notas para jóvenes, como una muy interesante del suicidio tan de "moda" en Europa. Ahí fue cuando me emputé pues si bien yo tenía la opinión de que el suicidio no era más que una acción de gente débil y concordaba con Schopenhauer en cuanto a que los suicidas no se quitaban lo más preciado que tenemos como una negación de la vida pero como una respuesta mezquina ante no poder obtener lo que quieren de ésta; sin embargo al leer a Ciorán me di cuenta de que efectivamente debe de ser increíble la desesperación de alguien que se mata a sí mismo, los asuntos humanos son muchas veces ambiguos y con una profundidad abismal, realmente es injusto querer formalizar una acción humana como el suicidio, como hace Schopenhauer, a un simple abandono de todo ante la imposibilidad de obtener lo que se quiera, realmente es muchísimo más profunda la cuestión. Y aunque todavía tengo la noción Nietzscheana de una fortaleza pesimista, una fortaleza en la tragedia, el aprender a reír y "sosteneos sobre la cabeza", lo que realmente es una mentada de madre es decir que la gente se suicida por una moda. A esa no sé si cristiana o testigo de Jehova o qué, se le veía la total falta de capacidad analítica en los ojos y además de hablar estúpidamente pausado era claro que su visión del ser humano y del mundo tiene mucho de simple monstruosidad.

Así que le pido a las señoras que se vayan pues tengo trabajo que hacer, me siento en frente de la compu pero en vez de la dulce tranquilidad sólo escuho la pregunta: ¿Usted cree en Dios? Entonces les respondo con el mismo orgullo con que ellos dicen creer en dios: "No, no creo en dios." Y me preguntan si he leído la Biblia que de hecho conozco mucho mejor que la mayoría de las personas pues desde preprimaria voy en escuela católica; les digo que sí la he leído y que contiene fábulas muy chistosas. La hostilidad ya se asoma pero ellas tienen que seguir chingando en vez de largarse. Me preguntan si la he leído completamente, obvio que no, yo creo que ni los sacerdotes, sin el sa, lo hacen, hasta a ellos les debe dar hueva. En ese punto es cuando me harté y les enseño los libros que llevo: un par de Schopenhauer, uno de Nietzsche y la dialéctica de la ilustración, les digo que esos sí son libros, no como su pendejada de la Biblia. La ruca me dice que no tengo porque enojarme y yo le digo que si tengo por qué enojarme, me enojo porque me caga la madre lo que hacen. Por fin se largan.

Y es que yo no voy por la vida diciéndole a la gente lo que deben de hacer, yo se que esas personas tienen la idea de que deben de ser "profetas" pero ya no estamos en el siglo tres, esas personas son fanáticos religiosos con pretensiones de verdad absoluta. Yo lo más que tengo es una verdad a medias, ¿pero una verdad a medias todavía es verdad, o por estar incompleta es falsa, aunque si es una fracción de verdad entonces sigue siendo verdad? La verdad es que yo sólo tengo contradicciones que no quiero imponer sobre nadie más, a lo sumo intento establecer un puente humano entre otro, le digo lo que para mí es la humanidad, lo que para mí es el mundo y a ver si el ha tenido la misma experiencia. No creo en Dios porque para mí el mundo y mi existencia no me dicen que él exista. Cuando tenía 8 año e iba a comulgar lleno de fe, no sentía realmente nada y me sentía falso al hablar con Dios, fuera de la Iglesia también lo intentaba pero la verdad es que la religión cada vez se me iba revelando más como un conjunto de reglas, una falsa formalización del mundo; tienen el concepto de Dios como algo para darle respuesta a todo, se tornan a un mundo en exceso simple y muy poco humano, para mí eso es hipocresía y me molesta que me visiten con sus falsas sonrisas y pretensiones de verdades absolutas, esas personas no alcanzan ni a verse verdaderamente en un espejo; esos son fanáticos y me cagan la madre, emucho más preferible quien vive su religión humanamente, es decir, dejando un espacio a la sana duda y a la propia interpretación, a la propia experiencia, siendo sincero y sin absolutizar las cosas; si a esta persona le funciona la religión pues bien por él y si a los fanáticos les funciona pues simplemente yo no les puedo creer. Amen.

Batman the Animated Series

Recientemente adquirí la primera temporada de la caricatura de batman de los noventas, uno de mis programas favoritos de cuando era pequeño. No puedo describir la alegría que me da ver de nuevo a quien para mí es el héroe por excelencia: Batman, pero el Batman de la caricatura pues para ser sincero para mí ese es el mejor; el de las películas de Tim Burton jamás me encantó, era demasiado, el de la caricatura es el típico Batman con un traje de tela y, sí, su cinturón lleno de gadgets mientras que el de la película con su traje altamente estilizado se volvía en no más que un encapuchado que usa la fuerza más que nada para vencer, los actores nunca estaban a la altura y jamás se quizo dar verdadera profundidad a lo que es Batman: alguien con unas cicatrizes emocionales impresionantes que se ha entregado a obscuridades tétricas, en la caricatura Batman es una persona con grandes habilidades cuyo compañero por excelencia, no es Robin, es la noche y el miedo. Debo confesar que yo tenía miedo a la obscuridad cuando era pequeño, era nefasto el tener que esperar totalmente cubierto con las sabanas a que me ganara el sueño pues cuando me asomaba entre las cobijas al sentirme sofocado y ver el exterior, mi imaginación me hacía la mala jugada de crear caras monstruosas en las esquinas del cuarto y la maldita educación católica me inclinaba a ver demonios, recuerdo especialmente la cara de una rubia con cuerpo de araña que construía mi mente, yo me decía que debía ser la esposa de Zatanás, y a pesar de que sabía que esas visiones no eran verdaderas y que sólo eran cosas como una chamarra arrugada, por alguna extraña razón pensaba que esa era la forma en que esas criaturas podían materializarse (de hecho tengo la idea de en base a esto hacer un cortometraje, ya lo tengo un poco trabajado pero todavia le falta mucho); en fin, a veces me tardaba mucho en poder dormir. Pero no sé qué proceso se llevó a cabo en mi cabezita que a partir de ver la caricatura de Batman se me transmitía ese desafío a la oscuridad que termina en estar agusto dentro de ésta, todavía veía figuras macabras en una camisa colgada en el closet pero por alguna razón ya no me importaba, era como si me hubiera dado cuenta de que mi miedo hacia ellas era lo que las hacía poderosas, pero yo podía superar ese miedo y no tendrían ningun poder en mí. Y es que si alguien vió bien la caricatura de Batman definitivamente se acordará de los varios episodios en que algún villano, especialmente el sombrerero loco o el espanta-pájaros, mi favorito, drogaban a Batman provocándole tenebrosas alucinaciones que él sabía no eran reales pero aún así tenían gran poder, y sin embargo él las superaba; yo me podía identificar con eso.
El Batman de la caricatura tiene realmente una profundidad incomparable, hoy veo la serie antes de dormir y veo el dibujo, la trama, los diálogos y me doy cuenta de lo bien hecha que está y de todo lo que transmite, me lleno de nostalgia y debo revelar que últimamente he estado teniendo unos sueños bastante creativos e interesantes en muchas dimensiones, sueños que me hacen despertar bien contento, todo esto a partir de ver la serie antes de ir a dormir; todo un regresar a la creativa infancia.

jueves, 8 de mayo de 2008

Todo es Ficción

Últimamente he llegado a pensar que todo no es mas que contar historias. Si como dice Schopenhauer el mundo no es más que mi representación de las cosas y la verdad nos está escondida, por más que él la hallé en la voluntad, ya Nietzsche mandó al diablo la metafísica en Schopenhauer, todo lo de a priori y el noumeno y el fenómeno y el principio de causalidad, para reducir todo esto al pleno más real de que aquel filosofar no era más que un sentir que se reducía a cuestiones estéticas de lo trágico. Ya dijeron Adorno y Horkheimer que todo razonamiento no es mas que mito, la verdad seguramente no existe, el mundo es contradicción y lo único que queda es darle cierta forma en nuestra mente para simplemente no enloquecer, lo que tal vez sería la acción más coherente en semejante escenario. Y pues dentro de lo dicho incluso la ciencia no se escapa de no ser más que una ficción. Dentro de mis géneros de ficción favoritos está la ciencia ficción que siempre consideré como algo más bien informal comparado con la ciencia y su gran sustento matemático; pero recientemente al leer ciertos libros sobre la cuarta dimensión, relatividad y el tiempo, me encontré con que la idea de tener al universo dentro de una cánica, como en la primera película de Men in Black, de hecho tiene sentido y es todoa una teoría de la ciencia con todo y una justificación matemática que incluye derivadas e integrales. Experiementalmente es imposible comprobarla, según mi oponión, y aunque de repente parece tener sentido al afirnar que al alejarnos hacia los limites del universo, nos vamos contrayendo, empequeñeciendo, de tal forma que jamás llegaremos a alcanzarlo; la idea 5también tiene mucho de contradicción e incoherencia en la mente de cualquier vil mortal, Tal vez es cierto lo que intuyen ya en la ética Horkheimer y Adorno: todo puede tener una justificación racional, tanto el aborto como la eutanasia y los derechos del hombre. ¿Pero esto también aplica a la ciencia? Wittgenstein dijo que las matemáticas no eran una ciencia exacta sino un lenguaje. ¿La ciencia no será también pura ficción? Lo último que me falta es que la idea del final de la segunda peli de Men in Black sea cierta y que exista una puerta que nos lleve al gran"locker-room" donde confluyen todas las realidades y todas las historias: la biblioteca de la que habla Borges en cierto cuento; con eso ya tiro la toalla.